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Mioño

Mioño

Desde Castro se alcanza la pedanía desde Brazomar, siguiendo la N-634 dirección Bilbao, tras pasar el alto de la Cruz o también se puede llegar siguiendo la línea de costa desde Cotolino hasta alcanzar Dícido, pasando por el pocillo de los Frailes, de tan grato recuerdo para tantas generaciones de castreños. En la ruta se ha podido divisar la bahía castreña y la zona monumental de Santa María, Santa Ana y el Faro.  

Web de la Junta Vecinal de Mioño


En Dícido llama la atención un cargadero de mineral, digno ejemplar de arquitectura industrial y del hierro.

Es de 1938 aunque había sido proyectado por el ingeniero belga Lecocq en 1896. Es el único que queda de los seis cargaderos que existían entre Urdiales y El Piquillo (punta de Rebombal). En este paraje hay una playa y en ella desemboca el río Cabrera. Siguiendo el camino que discurre paralelo al río se llega al núcleo de Mioño donde podemos significar la iglesia, la antigua escuela y el kiosco de música.

En la iglesia de San Román se realizó una ampliación entre 1694-1710 por Manuel Gutiérrez Palacio, Felipe de Larrea y Bartolomé de las Landeras, canteros secundarios de la Junta de Cesto, responsables de su cabecera poligonal. Esta ampliación es excepcional en el territorio y se hizo gracias a la donación de Damián de Montellano, clérigo que había fallecido en Perú. Su planta es de cruz latina con nave dividida en tres tramos, coro a los pies y cabecera poligonal con sacristía anexa de planta cuadrada. Las bóvedas de crucería estrellada y la cabecera son de influencia gótica. El exterior es sencillo y cuenta a los pies con espadaña.

La fachada de impronta clasicista, sobria y sin decoración, tal y como sucedía en el XVII está compuesta de arco de medio punto con trasdós cajeado, así como las jambas y las pilastras sobre plintos. La cornisa del entablamento se decora con bolas al gusto herreriano. Un nuevo cuerpo se eleva sobre el anterior con dos: Uno con hornacina y otro con óculo que sirve para iluminar la nave. En el interior de la iglesia cabe destacar una imagen mariana de calidad, es exenta, en piedra y con policromía y que por las características que presenta se puede relacionar con las vírgenes del período gótico, más gráciles y amables que las románicas. La madre lleva en su brazo izquierdo a un niño que le agarra amorosamente a la altura del cuello. El Kiosco de la campa de San Román es un guiño a los kioscos de música como el de La Barrera de Castro. Estas arquitecturas del hierro fueron muy bien acogidas y proliferaron en el XIX y principios del XX.

En esta ocasión se ha empleado piedra arenisca, hormigón, acero, madera y cobre. Es de 1989 y recibió un premio del Colegio de Arquitectos de Cantabria por su diseño. La antigua escuela fue proyectada por Eladio de Laredo y actualmente acoge las dependencias de la Junta Vecinal. Ha sido restaurada y ha perdido las mayólicas del ceramista Daniel Zuloaga. Entre los árboles de la fachada se ha colocado una escultura de homenaje al minero, obra de los artistas locales Paco Labiano y Carlos Goitia. Llegados a este punto se pueden seguir dos rutas, la que conduce al barrio de Saltacaballos por la N-634 o la que alcanza la pedanía de Lusa, bordeando la campa de San Román. Por la primera se pueden contemplar unas magníficas vistas sobre el territorio, especialmente de la costa. En el barrio de Saltacaballos hay una panorámica del municipio tanto hacia la zona oriental como hacia la occidental. En esta zona se pueden encontrar algunos restos de las infraestructuras mineras sobre la costa, como las plataformas del cargadero y el puerto de la Compañía Minera de Setares (era un depósito donde descargaban el mineral para luego trasvasarlo por el cargadero a los barcos). El mineral se trasladaba en vagonetas por un trazado de ferrocarril que discurría desde Ontón, al aire libre o por túneles. Si coninuamos la ruta nacional se llega al pueblo más oriental de Cantabria, Ontón.

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