Mioño conserva el único de los seis cargaderos de mineral que hubo en Castro Urdiales. Este se construyó en la playa de Dícido en 1896 para cargar en barcos el hierro procedente de las minas, mineral que en gran parte se suministraría posteriormente a Altos Hornos de Vizcaya.
La Dícido Iron Ore, companía que explotaba la mina, construyó este cargadero a una altura de 14 metros del nivel del mar. Está formado por un gran pilar de sección circular, realizado en piedra de sillería, que soporta una estructura de hierro en voladizo llamada catilever. Pesaba 300 toneladas y medía 94 metros de longitud y 6 de anchura. Con su estructura de dos pisos de doble vía y tolvas podía cargar 2.600 toneladas de mineral.
Esta primitiva instalación se voló en 1937 durante la Guerra Civil. Un año después, se construyó el actual que solo tiene un piso con una cinta transportadora y un pescante de 45 metros. Es el único catilever de toda la costa cantábrica. En 1986 el Ayuntamiento de Castro Urdiales se hizo con su propiedad comprándoselo a la empresa Derivados de Flúor por el precio simbólico de una peseta.