Severino de Achúcarro proyectó en 1899 este edificio ecléctico con influencias francesas y modernistas. Con vistosa fachada de balcones a tres calles, entreplanta, tres pisos y ático abuhardillado —separados por cornisas— coronado por una cúpula gallonada de pizarra, destaca la gran riqueza decorativa, en el alero y el chaflán, y la calidad de sus materiales.