Iniciamos esta ruta en la singular cala del Pedregal, situada en el Barrio de los Marineros, subimos por la calle Siglo XX hacia la explanada de la Atalaya, con unas increíbles vistas de los acantilados y el conjunto monumental. Desde aquí bajamos por la calle San Juan y nos meteremos a mano izquierda por el callejón 11 de mayo que conserva el empedrado más antiguo de la villa.
Nos recibe aquí nuestra espectacular Iglesia Santa María de la Asunción, del s. XIII, monumento gótico más importante de Cantabria. No podemos dejar de visitar su interior: entre sus numerosas obras destacan El Cristo Yacente, La Virgen Blanca y también puede observarse el lienzo del Cristo de los Milagros, que se atribuye a Zurbarán. Detrás, se sitúa el Castillo del mismo siglo que contiene el Faro en su cubierta. Actualmente su gran sala abovedada se destina a exposiciones.
No se pierdan las maravillosas vistas desde sus almenas. Las ruinas de la Iglesia de San Pedro se sitúan entre el Castillo-Faro y la Iglesia y datan del s. XI. Abandonamos el impresionante conjunto, atravesando el puente medieval romano como es conocido, reparado a menudo, tras sufrir los embates de los temporales. Sobre un espectacular peñón se sitúa la ermita de Santa Ana, también de origen medieval pero muy restaurada. En su interior alberga actualmente un impactante Paleosuelo, con restos arqueológicos.
Se comunicaba con el Castillo y con Santa Maria mediante puentes hoy desaparecidos. Aconsejamos también pasear a lo largo del espigón "Rompeolas" que arranca bajo este peñón y dar la tradicional "patada" en el muro final, costumbre castreña como augurio de buena suerte. De regreso por el puerto llegamos a la plaza del Ayuntamiento, cuyo edificio principal el del s. XVII, con posteriores modificaciones, la última a finales del s. XIX a cargo del arquitecto Eladio Laredo, que remató el cuerpo central con la torre almenada.
Esta plaza la recorre una bonita galería de arcos "La Correría", zona de comercios y hostelería y en cuyo final se sitúa la majestuosa Casa de los Chelines, construida en 1902 y obra de Severino Achúcarro. Atravesando la plaza del Ayuntamiento y tomando su rampa, regresamos a la calle San Juan, donde se conservan las casas más antiguas del s. XVI, con arco de piedra en sus portales.
Desde cualquier rincón de La Correría damos con la calle La Rúa, donde damos por finalizada la visita cultural, y bajando podemos dedicarnos a recorrer también las calles paralelas La Mar y Ardigales, parte del entramado medieval y zona con multitud de bares y restaurantes donde iniciar otra, no menos interesante, ruta gastronómica.